Thursday, November 26, 2009

Konata certificada

El municipio de la ciudad de Satte al norte de Tokyo anunció que acaba de iniciar los procedimientos para empadronar a la familia Izumi, compuesta por Soujirou Izumi, Kanata Izumi, Konata Izumi y Yukata Kobayakawa, como residentes oficiales, en la dirección Satte City Kita 3-14-18. La entrega simbólica del certificado de ciudadanía honoraria se entregará el 3 de enero durante las festividades de año nuevo. Desde luego, no necesito explicar que el ayuntamiento de Satte está expidiéndole un documento con membrete legal a cuatro personajes de ficción (sin contar que, dentro de la ficción una de ellos, esté muerta, de manera que, me imagino, también emitirán un certificado de defunción). No sería la primera vez, pues otros personajes de Lucky*Star ya habían recibido similares honores: la familia Hiiragi, cuyas famosas gemelas protagonizaban también este célebre slice of life de KyoAni, fueron nombradas habitantes ilustres del templo Washinomiya, una localidad vecina de Satte, produciendo un boom de visitas y peregrinaciones de otakus, cosplayers y demás fauna, que redundó en ingentes beneficios a la, hasta entonces, encogida industria turística local. Por tanto, estamos ante un fenómeno enmarcado por una lógica de mercado y competencia entre circunscripciones que aprovechan la popularidad de una serie para ganar notoriedad. Tampoco crean que estoy en desacuerdo, todo lo contrario: estas iniciativas generan empleo e ingresos tan necesitados para una economía en recesión. Cabe mencionar que Kagami Yoshimizu, creador del manga original, convirtió su antigua casa en el museo oficial de Lucky Star, que figurará como domicilio legal de los Izumi.

Sin embargo, la noticia me llama la atención por motivos menos comerciales. Como algunos habrán adivinado, mi inquietud por los fenómenos metatextuales encontraría terreno fértil para iniciar una discusión, cuando menos para advertir una paradoja. Lucky*Star destacaba por sus continuas alusiones a figuras tanto ficticias como reales creando quizá el mise en abîme de personalidades más extraño que haya presenciado el anime. Konata Izumi es interpretada por una seiyuu llamada Aya Hirano, es decir, una persona real, de carne y hueso hasta donde se tiene conocimiento. Konata además es admiradora de Haruhi Suzumiya, un personaje ficticio tanto en la realidad de los espectadores como en la realidad alterna de la ficción. En ambos universos, Haruhi también es interpretada por Aya Hirano, aunque no por la misma Aya Hirano y aunque esto parezca jalado de los pelos, es estructuralmente cierto, pues la Aya Hirano que presta su voz a Haruhi en Lucky*Star es también un personaje de ficción interpretado por la misma seiyuu del mundo real llamada Aya Hirano. ¿Cómo sabemos que esa segunda Aya es un personaje de ficción? Porque aparece por breves minutos en un evento a donde acuden Konata y sus amigas. Los juegos de espejos abundan a lo largo de la serie valiéndose de escenas donde parecería tematizarse muy superficialmente la barrera entre ambos espacios, el ficcional y el real, pues hacia el final de la serie, en una célebre secuencia Paty Martin soborna a Konata ofreciéndole pases para unos apretones de mano con Aya Hirano, una oferta que ninguna otaku ferviente podría rehusar. Curiosamente, en el diálogo telefónico, Paty le había preguntado si “quería conocer a Haruhi”, estableciendo un vínculo de equivalencia entre seiyuu y personaje, léase, entre persona real y ente de ficción. Pues ahora, estos nombramientos oficiales de los municipios japoneses parecen andar en sentido contrario: la ficción no busca asimilar la realidad, sino al revés, el mundo real pretende apropiarse de la ficción y otorgarle, mediante un sello de legitimidad, un certificado que acredite su carácter real.

[Via http://seriousmoe.wordpress.com]

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